Esta es la tercera ruta de las once con las que cuenta el Camino del Cid y nos llevará desde Calatayud (Zaragoza), hasta Cella (Teruel) siguiendo las huellas del Cid porlos territorios de las taifas de Zaragoza, Toledo y Albarracín. Una ruta de unos 297 kilómetros y tres o cuatro días para realizarla en coche o moto.
El Cid libró su primera gran batalla literaria (según el Cantar) contra un ejército musulmán en Alcocer, hoy un despoblado cerca de Ateca. La victoria cayó del lado de las huestes del Cid y el propio Rodrigo llegó, persiguiendo a uno de los generales derrotados en el combate, hasta las puertas de Calatayud, a 15 kilómetros, y es aquí donde empieza esta ruta.
Esta victoria y la organización y autonomía de su ejército, cada vez más numeroso, le permite moverse sin dificultades entre las fronteras de los distintos reinos musulmanes.
Tres taifas muy diferentes entre sí -Toledo, Zaragoza, y Albarracín- sirven de escenario al paso del Cid literario y su gente. La victoria, según los versos del Cantar, dejó paso libre al Cid para imponer su ley por los diversos caminos y poblaciones de estas taifas.
Cuatro son los hitos fundamentales del Cantar en este tramo: El Poyo del Cid, en Teruel, donde el Cid reforzó una fortificación romana para convertirla en su centro de operaciones en los territorios turolenses y zaragozanos; Molina de Aragón, en Guadalajara, señorío gobernado por Avengalbón, un musulmán aliado del Cid que le servirá fielmente y protegerá a las hijas de Rodrigo; Albarracín, en Teruel, lugar de paso para las huestes del Cid en su tránsito entre Castilla y el Mediterráneo, y Cella, localidad turolense donde, según el Cantar, el Cid decidió reunir a todos aquellos hombres que quisieran acompañarle a conquistar la ciudad de Valencia.
El viaje: qué vas a encontrar
Tienes ante ti 300 intensos kilómetros de paisajes, historia, arte y aventura, recorriendo viejos y agrestes territorios que formaban parte de tres reinos musulmanes o taifas, y entre cuyos hitos destacan cuatro importantes complejos amurallados medievales: Calatayud, Daroca, Molina de Aragón y Albarracín.
Calatayud, por su longitud y su antigüedad es uno de los recintos amurallados islámicos más importantes de España. La herencia musulmana es también muy palpable en su patrimonio mudéjar, que incluye algunas de las torres más armoniosas de este arte declarado, en Aragón, Patrimonio de la Humanidad.
Desde Calatayud seguimos la rica vega del Jiloca, que dejamos a nuestra derecha con paisajes muy agradables de cultivos y frutales, mientras que a la izquierda van apareciendo una serie de poblaciones muy interesantes, como Maluenda o Villafeliche, con bonitos ejemplos de arte mudéjar junto a la silueta de castillos, hoy abandonados, que nos cuentan grandes historias de la Edad Media.
El segundo gran hito en nuestra ruta es Daroca, en tiempos una fortaleza islámica muy importante en el valle del Jiloca, uno de los grandes pasos de ideas, mercancías y ejércitos desde la antigüedad, pues enlazaba la Meseta, el valle del Ebro y el Levante. Daroca tiene un importante y variado patrimonio artístico -con buenos ejemplos románicos- acorde con la rica historia de la ciudad. Al atardecer sus murallas adquieren un peculiar matiz dorado.
En Monreal del Campo nos desviamos por la Nacional 211 hacia Molina de Aragón, que es el tercer epicentro de la ruta: ciudad monumental con su castillo como símbolo, quizá el más esbelto de cuantos encontramos en el Camino del Cid. Desde Molina el paisaje cambia rotundamente y nos sumergimos en una de las zonas más salvajes de todo el itinerario por 150 kilómetros de carreteras comarcales y autonómicas. Hasta Albarracín atravesaremos el Barranco de la Hoz y cinco espacios naturales: el Parque Natural del Alto Tajo, Montes de Picaza, Tremedales de Orihuela, el Sabinar de Monterde de Albarracín y los Pinares de Ródeno: cañones y desfiladeros fluviales, rapaces rupícolas, bosques mixtos de encina, sabina y pino laricio, tremedales, cabras montesas y todo tipo de cérvidos.
Toda la zona es, además, un impresionante museo geológico al aire libre donde se advierten todo tipo de fallas, pliegues, ríos de piedra, dropstones y toda clase de fenómenos erosivos, algunos muy llamativos, como las torres de Chequilla. Atravesando estos paisajes llegamos a Albarracín, uno de los pueblos más bonitos de España.
Albarracín es el cuarto gran complejo amurallado de la ruta, fue la capital de la pequeña pero importante taifa de los Banu Razin y aquí el Cid histórico estuvo a punto de morir durante una refriega. Desde Albarracín, tras un merecido descanso, nos dirigimos a Cella. En este último trayecto podremos visitar una de las obras más importantes de la hidráulica romana en esta zona, conservada por los árabes: el acueducto que une Albarracín y Cella, parte del cual está excavado en la roca y que el viajero puede recorrer, a pie, en alguno de sus tramos. Una última sorpresa nos espera en Cella: su pozo artesiano, uno de los más grandes de Europa. Cella debía de ser en el siglo XII un lugar fronterizo y ‘caliente’, donde abundaban los mercenarios, y es el sitio elegido por el autor del Cantar para que el Cid espere a todos los que quieran acompañarle en la conquista de Valencia.
La buena mesa del Cid
La gastronomía en estos territorios tiene como denominador común, especialmente en la sierra, los platos contundentes de cuchara o de caza -desde unas judías pintas al ciervo estofado, pasando por una buena menestra o unas perdices escabechadas-, aunque el rey indudable es el ternasco, que en Molina de Aragón comparte trono con el cabrito en caldereta.
De Calatayud no salgas sin probar los estupendos garbanzos con congrio o los fardeles, ni abandones la provincia de Teruel sin probar su famoso jamón, que tiene en Calamocha una de sus capitales.
Entre los pescados priman el tradicional bacalao y la trucha. Además de los deliciosos melocotones al vino, a lo largo de la ruta encontrarás diversos postres de origen mudéjar, huella gastronómica de su pasado islámico. Daroca es conocida por este tipo de repostería, donde puedes degustar las trenzas mudéjares o las almojábanas, las más famosas las de Albarracín, localidad conocida también por sus excelentes quesos.
*Información e imágenes extraída de https://www.caminodelcid.org.