Conspiraciones, ambiciones, cruzadas religiosas y asentamientos en las nuevas ‘tierras libres’ del Maestrazgo ¿Quieres conocerlo?
La provincia de Castellón guarda en el interior del Maestrazgo las antiguas leyendas de la cultura cátara, la corriente religiosa perseguida hasta la extinción en el sur de Francia, que cruzó los Pirineos para instalarse en las nuevas ‘tierras libres’. Si quieres conocerlas no tienes más que visitar municipios como Sant Mateu o Morella, donde habitó el último cátaro: Guillaume Bélibaste, en el siglo XIV. Pero te lo ponemos más fácil: ¿Nos acompañas?
Nos vamos de ruta turística. El autobús de Turisme de la Comunitat Valenciana nos lleva de camino a Sant Mateu. El objetivo del viaje es dar a conocer y descubrir la cultura cátara que todavía conservan muchos municipios de la provincia de Castellón. Pero, además, poder descubrir muchas experiencias que hacen de estos rincones del Maestrazgo lugares mágicos para visitar. Y no voy a perderme nada.
Pero comencemos desde el principio… Deja que te cuente.
¿Quiénes eran los cátaros?

Se conoce como movimiento cátaro, a una corriente religiosa cuyo origen estaría relacionada con el cristianismo, pero con principios muy diferentes a las doctrinas de la iglesia Católica.
En lo principal, ambas adoraban a Jesús, pero sus manifestaciones eran contrapuestas. Los cátaros defendían la doctrina emanada de Jesús y del ‘Espíritu Santo’. Estaban en contra de los simbolismos católicos como el bautismo, el matrimonio o la cruz; no reconocían ni a la Iglesia Católica ni sus sacramentos; no comían carne ni los alimentos derivados de animales porque conservaban ‘el alma’ de los seres creados por Dios. Además, defendían la pobreza frente a la ostentación y la riqueza; y estaban en contra de las órdenes eclesiásticas de la Iglesia Católica.
Sus símbolos: La flor de lis (pureza), el pez (símbolo antiguos cristianos) y el laurel.
¿Cuándo se produce el movimiento cátaro?

La historia habla del principio de los movimientos cátaros ya a principios del año 1000. Pero los principales conflictos se dieron entre los siglos XII, XIII y XIV, cuando fueron declarados como herejes y fueron objeto de persecución.
Todo esto no hubiera sido un problema mayor si no hubiera sido, por el creciente número de cátaros que cuestionaban a la iglesia en países como Francia (aunque también proliferaron en otros países europeos); así como a los movimientos geoestratégicos de Europa que se dieron entre los siglos XI, XII y XIII.
La estructura geopolítica de la Baja Edad Media
En aquellos momentos Europa estaba dominada por los estados feudales. El territorio estaba en manos de familias de la nobleza que competían en poder y riqueza con la Corona. El sistema de alianzas se mantenía en un precario equilibrio de favores y vasallajes. Y cuando estallaban los conflictos, se dirimían con las armas.
La Iglesia Católica era un poder más, que también tenía su propia estructura, dependiente del Papa de Roma con presencia en cada uno de los territorios a través de sus monasterios, conventos, iglesias y catedrales, que también operaban como escuelas y bibliotecas, e incluso como establecimientos de crédito.
Y estaban las órdenes religiosas, instituciones religioso-militares que surgieron a raíz de las Cruzadas, en Europa, integradas por caballeros que servían a la iglesia, pero también a sus comunidades y encomiendas. En Europa la más poderosa era la Orden del temple, creada a principios del siglo XII. En España tuvieron un auge especial por la lucha de la reconquista contra los territorios ocupados por los musulmanes.
Mantener esta estructura no era ni fácil ni barato y se resolvía mediante la aplicación de impuestos de todo tipo que pagaban los vasallos y el pueblo en orden a su categoría social.
En conclusión, cuando estallaba un conflicto por el dominio de un territorio no se hablaba solo de un palmo de tierra, ni siquiera de creencias religiosas (aunque pudieran ser una excusa perfecta) sino también de impuestos, prebendas, señoríos, vasallajes y derechos… o lo que es lo mismo, poder y dinero.
La Península Ibérica y el Reino de Aragón

En la Península Ibérica la mitad del territorio todavía estaba en manos de los musulmanes, mientras se producían los movimientos de reconquista por los señores cristianos, que luchaban contra los musulmanes, por cuestiones de fé, pero también entre ellos, por el dominio del territorio. Esto fue así hasta que, en 1151 La Corona de Aragón y la de Castilla firmaban el Tratado de Tudilén por la que establecían un convenio de ‘no agresión’. Este dato fue importante, porque determinó la dirección de los esfuerzos expansionistas de ambos reinos en otras direcciones. En el caso de la Corona de Aragón, hacia el norte, el sur y el Mediterráneo.
La guerra contra los cátaros en el sureste de Francia
Así estaban las cosas cuando en el siglo XII, en Francia, los movimientos cátaros del sureste ganaron adeptos y se opusieron a la estructura de poder de la Iglesia Católica. Eso, y las riquezas de la antigua Occitania francesa, hicieron el resto.
Desde el Papado se realizó una llamada para predicar contra la herejía y comenzaron los enfrentamientos de los señores feudales franceses. La ‘guerra contra los cátaros’ comenzaría en 1145 y se prolongaría durante más de un siglo hasta 1255. Durante este tiempo, en Francia, los señores del norte acabaron por apropiarse de los territorios del sureste, de la zona de la Occitania francesa que se repartieron con la Corona.
Detalles importantes de la Guerra de los Cátaros y la Comunitat Valenciana

En lo que puede afectar más directamente a este reportaje y a la influencia cátara en la Comunitat Valencia cabe hacer referencia a detalles significativos: La importante conexión a través de la calzada de la Vía Augusta, de origen romano. La toma de partido del Rey Pedro II y su fallecimiento en la batalla de Muret. La gestión del rey Jaime I, que era hijo y heredero de Pedro II. Pero también a la existencia de la Orden del Temple, su calda y la creación posterior de la Orden de Montesa.
El rey Pedro II de Aragón, ‘El Católico’.
En 1178 nacía en Huesca el rey Pedro II de Aragón, conde de Barcelona y señor de Montpellier.
Como ya se ha mencionado anteriormente, los países reconocidos de la actual Europa no tienen mucho que ver con las delimitaciones fronterizas del siglo XII.
De hecho, como se puede ver en el mapa que se muestra a continuación, el rey de Aragón, como un señor feudal más, también era protector de parte de los territorios franceses.

Cabe destacar que Pedro II apoyó mientas pudo la ‘Cruzada’ del Papado contra los herejes. No por nada le llamaban ‘el católico’. Sin embargo, el conflicto cátaro duró mucho y el problema de fondo no era tanto la herejía sino la ambición de una zona que producía muchos beneficios.
Lo cierto es, que llegó un momento, en que los señores del norte de Francia amenazaban con quedarse con los territorios occitanos del sur, protegidos por el Rey de Aragón.
Fue aquí cuando Pedro II de Aragón vio peligrar su dominio en el este de Francia y acudió en su ayuda. Pero en la batalla de Muret del 12 de septiembre de 1213 el bando aragonés tolosano fue derrotado por el ejército de Simón de Montfort. El Rey Pedro II perdió la vida al principio del combate. En aquel momento su hijo y heredero Jaime I contaba con 5 años.
Jaime I, prisionero de Simón de Montfort

Dicen que la realidad supera a la ficción. En este caso, cuando Pedro II falleció en la batalla de Muret, su único hijo, Jaime I estaba bajo la tutela del hombre que comandó las tropas que le dieron muerte, Simón de Montfort, y permanecía custodiado en Carcassone.
¿Estaba preso o solo era una tutela puntual? Cuenta la historia, que Pedro II había suscrito un pacto matrimonial entre su hijo, Jaime I y la hija de Simón de Montfort, Amicia, para lo cual el niño debía quedarse bajo la tutela del futuro suegro hasta que cumpliera los 18 años…
Pero muerto el padre y con el heredero en casa… Simón de Montfort se lo pensó mejor y decidió que la suerte le daba todas las ventajas, por lo tanto, no estaba por la labor de dejar marchar al infante. Hubo de pasar un año hasta que el Papa Inocencio III ordenó la liberación del niño y su entrega a Guillermo de Mon-rodó, maestro de la Orden del Temple de Aragón.
Proclamación de los vencedores con el tratado de ‘La Paz de París’

En 1228 se firmaba la ‘Paz de París’ en la plaza de Notre Dame de París. Era, en definitiva, el documento que proclamaba los derechos de los conquistadores, entre ellos la corona de Francia, sobre los territorios del sureste de Francia. Todos los cátaros pasaban a ser herejes y, como tales, estaban perseguidos.
Fue entonces cuando comenzó la huida de los cátaros, a través de los Pirineos hacia tierras españolas. Muchos de ellos, hacia las zonas de Cataluña y Comunitat Valenciana.
Los últimos cátaros de Francia resistieron en el castillo de Montsegur, que fue asediado hasta conseguir su rendición en marzo de 1244. Más de 200 personas, cátaras, fueron quemados. Y en Queribús que cayó en 1255. El último perfecto cátaro condenado a muerte fue Guillaume Bélibaste.
¿Por qué se trasladaron los cátaros a la zona del Maestrat de Castellón?
Para comprender por qué muchos de los cátaros que huyeron se asentaron en el interior de la provincia de Castellón, requiere una mirada sobre el territorio.
La vía Augusta y la protección de Jaime I
Una de las obras que más han perdurado de la estancia del Imperio Romano en España, es la Vía Augusta, que enlaza Narbona y Cádiz a través de territorio español. La arteria romana que discurre paralela al Mediterráneo cruza el levante español de norte a sur y pasa, precisamente, por la provincia de Castellón.
La huida de los Cátaros, a través de los Pirineos, los llevaba directamente por este antiguo camino, que todavía guarda recuerdos en poblaciones como Sant Mateu. Además de tomar otros caminos medievales o de trashumancia.

Pero también había otras razones. Entre ellas, que el rey Jaime I ‘consintió’ y protegió a esta población de origen cátaro en sus territorios de la Corona de Aragón.

Y cabría mencionar otro detalle más: la caída de la Orden del Temple.
A principios del siglo XIV se disolvía la orden del Temple. La causa de su caída fue, en cierta medida, una repetición de lo que había pasado con los cátaros. La Iglesia Católica y la corona de Francia pactaron una conspiración para quedarse con todas sus riquezas y posesiones, solo que, esta vez, el golpe fue maestro. El rey de Francia despachó correos a todos los lugares de su reino con órdenes estrictas de que no fueran abiertos hasta el jueves, 12 de octubre de 1307. Y en ella se ordenaba apresar a todos los templarios y requisar sus bienes. El Papa protestó, pero meses después también ordenó la persecución de los caballeros templarios allá donde se encontrasen. El 22 de 1312 y mediante un decreto apostólico se disolvía la orden.
En la península ibérica los templarios fueron presos y juzgados, pero no condenados. En territorio español Sus bienes pasaron a otras órdenes militares como la de Montesa, Calatrava, Alcántara o la Corona de Aragón.
El último cátaro condenado, en Sant Mateu

Los cátaros se integraron en la sociedad que les acogió e influyeron notablemente en el desarrollo de sectores económicos clave para la Comunitat Valenciana como el ganadero, el textil, la arquitectura gótica o el arte medieval, donde impulsaron la expansión comercial y cultural de las poblaciones valencianas en la Baja Edad Media.
El último perfecto cátaro condenado a muerte fue Guillaume Bélibaste, que había huido a Morella y había creado comunidades cátaras en Morella y Sant Mateu. Guillem de Belibaste afirmó que «Morella será la nueva Jerusalén» al afincarse discretamente en Morella, entre las callejuelas de la antigua judería y la Plaça dels Tarascons.
Y es, precisamente, la historia de Guillaume Bélibaste la que nos lleva a Sant Mateu…
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