El vino es una bebida que ofrece una amplia gama de colores, cada uno de los cuales está asociado con diferentes variedades de uvas, procesos de vinificación y periodos de crianza. Desde el blanco brillante y pálido hasta el tinto oscuro y profundo, los colores del vino nos brindan pistas sobre su sabor, aroma y cuerpo.
Empecemos por los vinos blancos, que varían desde el amarillo pajizo hasta el ámbar o marrón. Un tono más claro puede indicar un vino joven y fresco, mientras que un tono más oscuro puede ser un indicio de una mayor crianza en barrica o botella. Los vinos blancos también pueden tener matices verdosos, plateados o dorados, dependiendo de la variedad de uva y la región de cultivo. En definitiva, los vinos blancos por regla general, tendrán más cuerpo y potencia cuanto su color sea más elevado de tono.
Por otro lado, los vinos rosados presentan una amplia gama de tonalidades que van desde el rosa pálido hasta el frambuesa. Estos vinos suelen ser frescos y afrutados, ideales para disfrutar en un día soleado aunque se están elaborando vinos rosados con más volumen en boca y con muchos más matices de los que asociamos a este tipo de vinos.
En cuanto a los vinos tintos, encontramos una diversidad de colores que van desde el purpura, rubí brillante hasta el granate oscuro, teja o marrón. Los tintos más jóvenes suelen tener tonalidades más violetas y brillantes, mientras que aquellos que han sido sometidos a una crianza más larga pueden mostrar matices más anaranjados o marrones, desapareciendo esos tonos brillantes que se reflejas en los vinos jóvenes. Los colores intensos y profundos suelen ser indicativos de vinos con cuerpo y estructura.
En este sentido, es interesante señalar que la crianza del vino tanto dentro como fuera de la botella puede influir en su color y en sus características organolépticas. La madera de las barricas, por ejemplo, puede aportar tonos más cálidos y tostados, disminuyendo ese aspecto brillante de los vinos jóvenes o con poca crianza, mientras que el tiempo de reposo en la botella permite que el vino desarrolle complejidad y elegancia, aunque hay vinos que no están elaborados para guardar en botella y deben beberse en un corto periodo de tiempo para que no pierda muchas de sus cualidades.
Yo esta semana lo veo todo en blanco y negro, no veo otros colores que no sean los del CD Castellón, no puedo dejar de mencionar los colores blanco y negro de su camiseta, que representan la tradición, el compromiso y la pasión por un equipo. Así como los colores del vino nos hablan de su origen, crianza y estilo, los colores de un equipo de fútbol nos hablan de su historia, identidad y valores.
En definitiva, los colores del vino nos invitan a explorar un mundo de sensaciones y emociones, donde cada tonalidad es única y nos cuenta una historia diferente. Ya sea un blanco fresco y vibrante, un rosado delicado y floral o un tinto potente y estructurado, cada color nos invita a disfrutar de la diversidad y la riqueza de esta increíble bebida. ¡Salud y Pam Pam Orellut!.