El Camino del Cid (V) La defensa del sur

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Esta es la quinta ruta de las once con las que cuenta el Camino del Cid y nos llevará desde Valencia hasta Orihuela, pasando por el interior de las provincias de Valencia y Alicante, siguiendo la línea defensiva sur. Una ruta de unos 230 kilómetros y tres días para realizarla en coche o moto.

En este recorrido por La Defensa del Sur, y a diferencia de los anteriores, la historia prevalece sobre la literatura. El poeta que escribió el Cantar de Mio Cid no encontró una potente trama argumental al unir en uno solo los dos destierros a los que, históricamente, Alfonso VI condenó al Cid: el primero, en Castilla, en 1081, y el segundo, mucho más duro y determinante, estando el Cid en Alicante, en 1088.

Esta ruta recupera ese episodio histórico y algunos otros que tienen que ver con la defensa del peligro almorávide que venía del Sur.

La conquista de Valencia por el Cid supuso la culminación de un sueño pero fue también origen de muchas preocupaciones surgidas ante la necesidad de defender la ciudad, que resistiría el empuje almorávide hasta 1102, año en que Jimena -el Cid había muerto tres años antes- abandona la ciudad.

Siempre según el Cantar, el Cid logra entrar en Valencia tras un largo asedio. El rey de Sevilla intenta recuperarla, pero es derrotado en batalla campal en la huerta de Valencia. Y así, el Cid recibe el perdón de Alfonso VI; su mujer e hijas viajan a Valencia y el Cid les muestra sus dominios desde la torre del alcázar.

Posteriormente el rey almorávide Yussuf acude con 50.000 hombres, que son igualmente vencidos. Tras esta victoria el Cid casa en Valencia a sus hijas con los infantes de Carrión. Dos años después, el rey Búcar asedia Valencia con 50.000 tiendas; derrotado, es muerto por el Cid, quien se apodera de su espada, Tizona, valorada en 1.000 marcos de oro. Finalmente, recuperada su honra y reconocido como gran señor, el Cid muere en Valencia.

Esto es lo que narra el Cantar, pero la historia es diferente. En general, buena parte de las localidades al sur de Valencia tomaron partido por el pujante bando almorávide, cuyo cuartel general se hallaba en Murcia. Históricamente, durante el cerco a Valencia, un ejército almorávide acampó en Almussafes pero tuvo que retirarse tras una potente riada. En 1093 el Cid lanzó un ataque contra la ciudad de Alzira, que se resistía a apoyarle, ordenando recoger la mies de sus territorios para llevarla a su cuartel general en El Puig, y en 1097 un contingente de hombres del Cid fue derrotado en Alzira por una expedición almorávide.

La misma Xàtiva, que inicialmente se doblegó ante el poder del Cid, rindiéndole tributo, en los últimos años de vida de Rodrigo se convirtió en la punta de lanza de la ofensiva almorávide contra Valencia. El propio Cantar de mío Cid nos cuenta que allí se refugió el rey musulmán de Sevilla, huyendo de Rodrigo

El segundo núcleo argumental de este recorrido es histórico, y comienza a 25 kilómetros de Xàtiva, en Ontinyent. En noviembre de 1088 el Cid se trasladó desde Xàtiva hasta Ontinyent con el fin de esperar allí al rey Alfonso VI, que se acercaba para socorrer Aledo.

El rey pidió a Rodrigo que esperara en Villena, pero este prefirió quedarse en Ontinyent porque así se aseguraba los víveres para sus hombres. El encuentro entre ambas fuerzas nunca se produjo, y el Cid acampó en Elche donde pasó las Navidades. Allí supo que Alfonso VI había vuelto a desterrarle y le había declarado traidor. En medio de territorio enemigo decidió no servir más a ningún señor y actuar por su cuenta y riesgo.

La ruta termina en Orihuela. La relación con Orihuela se remonta al año 1090: tras derrotar al conde catalán Berenguer Ramón II en la batalla de Tévar, el Cid estableció un amplio protectorado sobre los reinos islámicos de Al Hayib, que incluían los territorios de Lérida, Tortosa y Denia. En 1091, según Ben Alcama, este protectorado se extendía desde Tortosa hasta Orihuela.

El viaje: qué vas a encontrar

Tras abandonar Valencia y sus alrededores el viajero se topará con dos de los grandes iconos de este territorio: La Albufera y la huerta valenciana

La Albufera es una laguna costera de escasa profundidad -un metro de media- rodeada de arrozales y cerrada al mar por una barra de arena creada por las corrientes marinas. Viene siendo explotada por el hombre desde la Antigüedad y hoy es la casa de un buen número de especies animales y vegetales: desde aves acuáticas a peces en peligro de extinción, como el fartet y el samarugo.

El segundo encuentro es la huerta valenciana: un hecho económico, social y natural sin precedentes que hunde sus raíces en la historia. La huerta y los jardines valencianos, tan valorados por los árabes, fueron cantados en el siglo XI por el poeta Ibn Jafaya, natural de Alzira.

Las murallas de Alzira, de origen islámico, nos evocan ese recuerdo. Alzira es una de las ocho poblaciones declaradas conjunto histórico y / o artístico en este recorrido. La siguiente es Xàtiva, que cuenta con un envidiable patrimonio histórico-artístico encabezado por su castillo, cuya estampa es una de las más impresionantes del Camino del Cid.

Desde Ontinyent iniciamos el ascenso a Bocairent, una de las villas más espectaculares del Camino del Cid, por una carretera serpenteante con escaso arcén y frecuentada por ciclistas.

El Camino del Cid entra en la provincia de Alicante por Banyeres de Mariola. Su castillo es el primero de una línea defensiva de origen almohade que continúa por Biar, Villena, Sax, y Petrer hasta llegar a Elche, una ciudad donde se concentra un importantísimo legado histórico y patrimonial que se remonta a la Antigüedad, con soberbios ejemplos de origen medieval entre los cuales destaca su Palmeral, declarado Patrimonio de la Humanidad.

 Desde Elche continuamos descendiendo hasta el Bajo Vinalopó. La aridez del paisaje contrasta con los fértiles campos cultivados y la presencia generalizada de palmerales: un territorio densamente poblado que finaliza simbólicamente en el extremo sur del ámbito de influencia del Cid: la monumental Orihuela.

 La buena mesa del Cid

Aunque el arroz es la seña de identidad de la cocina valenciana con sus distintas variedades y múltiples preparaciones, como las diferentes variedades de  paella, el arròs a banda, arroz meloso, arroz negro, arroz al horno, o  en postres, estamos en un territorio de gran intensidad y diversidad gastronómica.

La reputación de la huerta valenciana, por ejemplo, se remonta a la época islámica, y de allí surgen una extensa lista de platos, algunos sabrosísimos, como la pericana. Y lo mismo puede decirse del pescado fresco de costa.

Además, el viajero tendrá la oportunidad de acercarse a una gastronomía distinta, muy apegada a la tierra, como los ‘guisos de los marjales’ con la anguila como protagonista o el puchero valenciano que, a diferencia de los cocidos y ollas castellanas, es más ligero, con menos grasa.

El interior y la montaña de Alicante es lugar para un plato de tradición pastoril que bien preparado resulta exquisito: el gazpacho, que se hace con torta de harina y carne, generalmente liebre, perdiz, etc., especiado con hierbas de la zona.

En cuanto a dulces y postres, y sin obviar cítricos y horchatas, recuerda que estás en la tierra del turrón. El alicantino es mundialmente conocido, pero lo cierto es que tanto en Valencia como en Alicante se producen exquisitos turrones artesanales con la almendra como principal ingrediente.

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