Primero que nada querido lector quiero agradecer la paciencia que has tenido, pues llevo
demasiados días sin contar por aquí mis cosas del día a día. Pero hoy toca.
Son tiempos de cambios y la rutina diaria en ocasiones no deja tiempo para parar, pensar,
reflexionar… Y estos últimos meses han sido tan intensos que ahora necesito hacer un balance
sobre el sentido que todo esto tiene.
¿Estoy haciendo lo que quiero? La respuesta es sí.
¿Hacer lo que me gusta me hace sentir feliz? La respuesta vuelve a ser sí.
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Y cuando crees estar en el sitio indicado haciendo lo correcto, la pasión y el compromiso te
empujan a darlo todo, a querer agradar a todos y aunque es imposible me encantaría que todo
el mundo estuviera igualmente satisfecho con mi trabajo. Es un quiero y no puedo normal,
pues la cocina, como todo en la vida, es cuestión de gustos.
Cada vez que en un congreso o en otras actividades de nuestra tarea conseguimos llevar el
nombre de nuestro pueblo Vall d´Alba, de nuestra provincia Castellón, de nuestra Comunidad
Valenciana, nos sentimos muy felices y esa es la fuerza de la gastronomía, de la cocina que hoy
es referente cultural de nuestra tierra y de la que nos sentimos embajadores con orgullo.
Os seré sincero. El pasado noviembre la Guía Michelín nos galardonó con una Estrella Verde
después de 12 años consecutivos recibiendo la Estrella Michelín. Ha sido como recibir una
inyección extra de fuerza y ganas de hacer las cosas todavía mejor. Así que este año si cabe
vamos a dar más visibilidad al proyecto de que nuestro restaurante cada vez más sostenible.
Y lo haremos con acciones puntuales como por ejemplo, un huerto visitable para que nuestros
clientes puedan ver y probar ‘in situ’ las verduras que cultivamos desde hace décadas. Esto que
puede no pasar de lo anecdótico para muchos, para nosotros es una gran alegría porque con
ello recuperaremos la famosa noria (sènia) de mi suegro José Ribés Vallés que durante más de
20 años cultivó estas verduras que ofrecemos en Cal Paradís. Recuerdo como si fuera ayer
cuando a las 9 de la mañana entraba con una sonrisa en el restaurante con sus pimientos,
judías, pepinos, flores de calabacín… un hombre que nunca tuvo una frase de desánimo y que
llevo en mi corazón. Para nosotros será una forma de recordarle siempre y que se sienta
orgulloso allá donde esté.
El camino es muy sencillo, intentar ser cada día mejor, cocinar mejor, querer a la gente y
conseguir que la gente nos quiera.
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A veces nos preguntan cómo se puede mantener, después de los años, esta ilusión y nivel de
exigencia y siempre digo lo mismo, solo hay un secreto, amar lo que haces sin buscar
notoriedad forzada, ser natural porque la sencillez y la humildad siempre dan sus frutos. En
este mundo tan competitivo y donde los egos suelen jugar malas pasadas, no sirve solo con
estar muy preparado y tener una buena técnica, además hay que ser humilde. Como decía un
buen cocinero amigo mío “menos es más”.
Castellón es una gran provincia y muy rica en muchas cosas, pero con falta de algunas
infraestructuras turísticas que nos ponen en desventaja con Valencia o Alicante. Apostar por
un restaurante de pueblo de menos de 3.000 habitantes y no costero, sin el plus del periodo
vacacional es luchar contra muchas adversidades, pero solo podemos competir con mucha
calidad, profesionalidad y cariño y de eso estamos orgullosos.
Gracias por compartir este momento conmigo.